El egresado de la UNAM tuvo una estelar carrera de más de 60 años como figura imprescindible en la práctica mexicana. Recordamos el legado de esculturas habitables de Agustín Hernández Navarro en la CDMX, quien falleció este mes a los 98 años de edad.

“La arquitectura es el puente histórico, el diálogo que comunica a todas las épocas, el lenguaje formal de la historia que nos exige, a través de la memoria colectiva, ser el factor decisivo en defensa de nuestra identidad cultural”, dijo el arquitecto nacido en 1924 en la Ciudad de México en su discurso de entrada a la Academia de Artes.

Foto: Julius Suliman.

Llamado ‘el último gran arquitecto moderno mexicano’ por El País, Agustín Hernández trabajó en su estilo monumental tomando elementos mesoamericanos y desarrollándolos en un brutalismo que formó parte de una nueva identidad cultural, aún visible en la CDMX.

Escuela de Ballet Folklórico de Amalia Hernández, 1968

Calle Violeta 31, Guerrero

La hermana de Hernández, Amalia, fue una de las principales defensoras de la preservación de las danzas originales de cada pueblo de México. A principios de los 60 decidió que para hacerlo, debía crear una academia en donde se impartiera danza folclórica mexicana. Agustín Hernández diseñó un recinto que para su época era vanguardista en la colonia Guerrero.

”Toda la coreografía de Amalia era espacio y movimiento, y en ello me inspiré para hacer la escuela”, explicó en su momento.

Casa Amalia Hernández, 1973

Foto: Julius Suliman.

Acueducto 10, Lomas de Santa Fe

Después de diseñar su escuela, Agustín continuó con la residencia de su hermana en Santa Fe, poniendo pausa a su estudio de figuras geométricas al crear una casa de formas orgánicas. Inspirado en los conventos del siglo XVI de la Ciudad de México, la Casa Amalia Hernández mezcla el color, la forma y la luz para “generar paz y confort”.

Foto: Julius Suliman.

Mi hermana quería una casa como un convento, así que recorrimos un montón. Así llegué a detalles como las aberturas oculares, que eran mi interpretación de las ventanas del siglo XVI”.

Heroico Colegio Militar, 1976

México-Cuernavaca Km. 22, San Pedro Mártir, Tlalpan

Con una máscara a gran escala de Chaac, dios maya de la lluvia, en la plaza central, las majestuosas instalaciones del Heroico Colegio Militar se encuentra en Tlalpan. El extenso espacio comprende pirámides de cima plana y mesetas dispuestas sobre una colección de ejes formales a la escala de vastos sitios ceremoniales mesoamericanos. Este proyecto fue presentado y diseñado por Hernández Navarro y Manuel González Rul.

“Fue muy difícil conciliar los espacios, la volumetría, las áreas abiertas y el funcionamiento interno de todos los cadetes en formación, para que tuviera todo un orden”.

Taller de Arquitectura / Agustín Hernández, 1975

El taller y hogar de Agustín Hernández en Bosques de las Lomas es pieza clave de su impresionante legado: volúmenes geométricos que vuelan sobre 40 metros de altura; una estructura que flota sobre una área boscosa que parece salida de un gran filme de ciencia ficción y donde vivió el arquitecto hasta el final de sus días.

“Este taller llena todo lo que he buscado en la arquitectura, que estructura, forma y función sean una unidad”.

Casa Álvarez, 1976

Apoyado en módulos circulares como forma principal, esta residencia tiene como centro un jardín interior bordeado por una escalera, y en el exterior una alberca.

Agustín hizo uso de muros curvas, sacándole provecho a ambos lados y creando una ventanal continuo y sin herrajes.

Casa en el Aire, 1991

Foto: Vía uncube.

Esta vivienda familiar diseñada en a principios de los 90 es la continuación del concepto de tensión y material que Hernández aplicó durante toda su carrera; la Casa en el Aire o Casa Volada fue meticulosamente planeada, puesto que “la más mínima desviación en la medida o el detalle habría tenido un efecto dominó”.

Foto: Vía uncube.

De acuerdo con una entrevista de 2014, Agustín Hernández explicó que, “Se llama Casa en el Aire, porque se trata del uso del aire, del espacio, no del suelo. Su jardín es el aire y el paisaje de las montañas más allá, del horizonte”.

Corporativo Calakmul, 1997

Tal vez una de las obras más presentes en el colectivo de los capitalinos: el Corporativo Calakmul, también llamado La Lavadora. La estructura de vidrio y concreto toma su nombre de la ciudad maya Calakmul, otro guiño histórico del arquitecto. “El cuadrado representa la tierra y el círculo el cielo”.