Usualmente no hablamos de zoológicos, creemos que lo mejor de ver animales es que estén libres. Pero caminando un domingo por el Bosque de Aragón encontramos un zoológico muy especial. Los animales, todos de concreto, viven en los prados del bosque y sirven como juego para quienes van allá a descansar. 

zoológico de concreto

Estos animales forman parte de nuestra zoología urbana y, al igual que nuestro pez triste, todos tienen un agujero en el estómago que sirve como ventana hacia el siguiente ejemplar. Si uno ve a través de ese hueco es como si un bisonte se hubiera comido entero a un elefante. Las tortugas aligeran la pesadez del cemento con colores brillantes y sonríen mientras observan a un león que ruge perpetuamente al aire.

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elefante de concreto animales bosque de aragón

Como muchas otras piezas del bestiario urbano, los animales del Bosque de Aragón llegaron allí en 1969 cuando el escultor Alberto Pérez Soria se encargó de darle un toque más “salvaje” a los parques de la ciudad, pero también espacios donde los niños pudieran sentir que son parte del paisaje urbano. El agujero que tienen estos animales, similar al que tiene el melancólico pez de Eje 5 Sur, es una invitación no a subirse al animal de concreto, sino a convertirse en él. 

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Por eso, a pesar de que en San Juan de Aragón hay un zoológico con animales reales, éste nos parece mucho mejor. Refleja el objetivo primigenio de una tarde de domingo: olvidarse de la rutina para convertirse, por qué no, en un león, un elefante o una tortuga que toman el sol sin otra preocupación más que esperar una nueva mano de pintura que los haga lucir más felices.

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