En el fascinante refugio de Casa Siza, la exposición Un posible jardín de Javier Peláez nos transporta a un espacio de introspección y misterio, inspirado en los “Kleingärten” de Berlín, aquellos pequeños jardines que ofrecen un escape de la vida urbana. La muestra, curada por Christian Barragán y disponible del 7 al 30 de noviembre, representa una nueva exploración en la obra de Peláez: un espacio donde su relación con las flores tóxicas —entre lo sanador y lo letal— cobra una nueva profundidad. Como el propio artista menciona, este “jardín” le permite acceder a una parte de sí mismo que va más allá de su estudio, sumergiéndose en el enigma de la naturaleza.
df
df
La obra de Peláez en esta muestra juega con la tensión entre lo natural y lo artificial, explorando especies como el lirio, el iris negro, la dama de noche y la amapola, flores que no solo son visualmente impactantes, sino que también poseen una historia oscura y ambigua. Desde su uso en rituales hasta su vinculación con drogas medicinales y recreativas, estas flores se convierten en símbolos de una dualidad atrapante: la de la belleza que fascina y la amenaza que acecha. En particular, la amapola, cuyos derivados se emplean para producir desde morfina hasta opio, destaca como un material recurrente en las obras de Peláez, incluso formando parte de los barnices con los que termina algunas de sus piezas.
DF
df
Esta exposición, además, retoma una conversación visual con el artista vasco Alain Urrutia, quien ya había incluido una obra de Peláez en su muestra en Casa Siza meses atrás. Con un enfoque similar en la fragmentación y el claroscuro, ambos artistas crean una especie de “ficción vegetal” donde la única figura humana es apenas una sombra, un eco en medio de este jardín mental. La grisalla, técnica que Peláez usa en varias de sus obras, aporta una calidad etérea y casi borrosa, evocando imágenes de recuerdos y paisajes soñados, y desdibujando los límites entre el mundo real y el imaginado.
df
df
Para quienes buscan un espacio de calma y reflexión en medio del caos citadino, Un posible jardín es una experiencia imprescindible. Esta exposición es una invitación a desconectarse y sumergirse en un jardín pictórico, a explorar las contradicciones de la naturaleza, y a cuestionar la relación humana con lo bello y lo amenazante.