Crónicas de Café presenta: Avellaneda y la receta original (café + gin) para inaugurar el verano
Da la impresión de que Avellaneda siempre ha estado ahí, sobre la calle Higuera. Su nombre remite a muchos capitalinos a la idea de buen café y a la imagen de una ardilla; nos transporta a una experiencia coyoacanense, a un intenso aroma a granos recién tostados, una barra cómoda, tragos imaginativos y una media luz que invita a charlar por horas. Pero no siempre ha sido así.
“Yo era un vago, un punketo cualquiera; mi adolescencia fue bastante radical”, dice Carlos de la Torre, fundador de Avellaneda. Se ríe cuando recuerda los prolegómenos de su vida en el mundo del café. Su tío, preocupado por el rumbo que su vida estaba tomando, lo invitó a jugar ping-pong y tomar espressos en su pequeño restaurante. Todas las tardes. Durante meses.
Uno de esos días de ping-pong, a Carlos le tocó, por primera vez, hacer los cafés: “Me gustó muchísimo, no sé qué onda, pero en cuanto jalé mi primera palanca y vi el primer shot, dije: ‘¡Guau!, lo hice yo, lo quiero hacer mil veces’”.
Carlos empezó a preparar espressos uno tras otro, por el puro placer. Puso un puesto de café y panquecitos en la Feria de la Piñata, de Acolman, donde vivía. Con el dinero que hizo, compró una máquina profesional vieja y abrió el primer Avellaneda, también en Acolman. No sólo no vendía nada, sino que, como ya había entrado a estudiar Filosofía en la UCSJ, difícilmente tenía tiempo para abrir. La casualidad (y el llamado del café) lo llevó al local donde —hace ocho años— abrió la versión actual de Avellaneda.
Posicionar una barra de cafés de especialidad no fue tarea fácil: captar clientela y explicar el concepto de una barra de especialidad en aquellos años tomó mucho trabajo y paciencia, y, mientras tanto, Carlos fue incrementando sus conocimientos sobre tostado, catación, trabajo en el campo, filtrado…, hasta que comenzó a ganar certámenes nacionales e internacionales de baristas.
Carlos me envió dos cafés que llevan el nombre de los productores con los que trabaja directamente: Luis Melchor Pérez —un café oaxaqueño de sabor floral y a vainilla— y Emmanuel Rincón —un café exótico de edición limitada proveniente de Veracruz—; también me mandó una bolsita de Mística, la mezcla más popular entre los clientes de Avellaneda. Cuando le pido que me diga cuál es su favorito, escoge uno, luego el otro y luego el otro; todos le gustan, cada uno a su modo. En sus palabras puedo escuchar la pasión que le produce cada una de estas mezclas; todas tienen una historia, montones de anécdotas y un proceso de cuidado que va desde el viaje en el que conoció la parcela hasta el momento en el que, a mano, se escribieron las características en la etiqueta de una edición limitada.
De momento, la experiencia Avellaneda está, como casi todo lo que conocemos y amamos en la ciudad, en pausa. El café se puede pedir a domicilio mediante su tienda en línea, en Rappi y en Cornershop. Además de los cafés de Jiribilla —la marca de tostado de Avellaneda, su línea de cafés especiales, que cuentan una historia—, Carlos y familia lanzaron Tranquilo, que incluye bebidas preparadas, cold brew y café bueno, bonito y barato.
Tips: Avellaneda en estado de perfección
El menú de Avellaneda incluye una lista de bebidas sin alcohol que tienen como base el cold brew o el espresso. Uno de los preferidos de la casa es el Juanito, pero Carlos confiesa que el original lleva ginebra (que en la cafetería se sustituyó por eneldo). Con el fin de que tengamos la auténtica experiencia —la protoexperiencia— Avellaneda, sin salir de casa, decidió compartirnos la receta. Preparamos el Juanito original y nos encantó. Si ustedes lo hacen, compártannos la foto. La mezcla es tan fresca y chispeante que nos hizo pensar en el verano que ya se aproxima. Con esto estamos listos para todo. Juanito, receta original, paso a paso Ingredientes 1 oz de cold brew Tranquilo o, mejor, espresso de un día previo 1 oz de ginebra 3 oz de agua tónica 1 oz de pulpa de tamarindo Una cáscara de toronja Hielo- En un vaso con hielo, agregar la pulpa de tamarindo, el café y la ginebra.
- Revolver bien.
- Agregar el agua tónica y la cascarita de toronja.