Tengo la impresión de que una de las comidas más solicitadas siempre será la italiana, y es que la pasta, el vino, la salsa de tomate típica (bien hecha, sobre todo) son cosas que requieren de una maestría que no cualquiera puede lograr ni con mil intentos. Y sin embargo, afortunadamente, hay suficientes lugares fuera de Italia que han recorrido un camino bastante digno. Pero, ¿existe otra forma de pensar la comida italiana? Hasta antes de visitar Esca, me parecía que no: qué grave error.
Esca es un restaurante en la colonia Roma, de reciente apertura, en el que la comida de Italia toma otro ángulo, uno que quizá no se haya explorado a profundidad en la Ciudad de México. Se trata de un reconocimiento de lo marino —aunque proveniente de las costas mexicanas— como si estuviéramos en la Riviera italiana: desde Nápoles hasta Trieste o Sicilia, en Esca sirven platillos que nos revelan una parte conocida del país europeo.
A pesar de estar alojado en una casona de una de las colonias más activas de la CDMX, lo cierto es que Esca tiene todo el encanto de un restaurante a pie de playa, tranquilo, reservado para las conversaciones manchadas de brisa salada y pelo enredado, olor a mar, como si se trata de la casa de un local que nos invita a cenar la pesca del día mientras disfrutamos de un vino que solo se produjo en ese poblado. Pero no es únicamente la sensación, la comida en Esca hace todo el esfuerzo por transportarnos a esa parte de Italia que no terminamos de conocer tan bien y el resultado es un baile inolvidable, como diría Bad Bunny.
No puedo dejar de mencionar (ni de recomendar, ni de pensar en) el ottimo martini: una recreación del clásico dirty martini con su refill servido sobre hielo, aceituna Cerignola, alcaparra y un ostión perfecto, fresquísimo. Un guiño a los litorales italianos. Se trata de una entrada ideal, como si anticipara la mezcla de sabores perfectamente balanceados. Después, un crudo servido en lata: se trata de rebanadas de atún con puré de berenjena servidas en una lata de vidrio, un plato tan bello como delicioso. También hay agnolotti relleno de mascarpone, callo de hacha, topinambur, guanciale y salsa de trufa —ideal para quienes sí están esperando, aunque sea, algo de pasta en un lugar así—, y un clásico difícil de olvidar: ventresca de atún aleta azul, berenjena ahumada, cebolla confitada y salsa teriyaki. El postre de chocolate es otra cosa, alucinante, te hace sentir como que nunca te ha faltado amor en tu vida, y es así.
Aunque su martini es inigualable, el resto de carta líquida es también admirable: cuentan con más de 39 bodegas importadas y 9 productores exclusivos, por lo que es posible encontrar vinos orgánicos y biodinámicos que no están disponibles en ningún otro lugar. No necesitamos nada más para el vinito de media tarde.
Si tuviera que decirlo con otras palabras: nada es coincidencia en este lugar. La palabra “esca” significa “señuelo” en español, algo el chef Tobías Petzold y el director creativo Rolly Pavia, se toman muy en serio. Aquí la pesca, el producto de mar, habla por sí misma y te envuelve en una atmósfera que parece de película (pienso, en especial, en el escenario de The Lost Daughter por ejemplo). Nadie tiene que irse con prisa, pues una de las cosas que caracterizan a este restaurante es su precisión, el cuidado que le dan a los platillos no solo en términos de textura y sabor, sino también respecto a cómo se sirven. No tenemos por qué correr. Esca da la sensación de que nos hemos enamorado, para siempre, del mar que nos rodea y que ese será nuestro destino, no importa lo que hagamos.

Córdoba 140, Roma Norte
Martes a domingo | de 1 pm a 11:30 pm