Hay lugares que desde que entras sabes que están hechos con cariño. No solo por la música, la luz o el diseño —aunque aquí todo eso es impecable—, sino porque cada plato que sale de la cocina parece estar pensando en ti. Así se siente desayunar en Casa Elena, el restaurante hermano de Elena 147 en la Condesa.

Ubicado sobre Av. Tamaulipas, en una calle que huele a café recién hecho y pan horneado, Casa Elena conserva esa calidez de cafetería que hizo tan querida a su predecesora, pero la expande: en menú, en espacio, en intención. Lo que empezó como un proyecto familiar hoy es un restaurante completo con cocina de autor, pero sin perder el alma ni la esencia.

¿Qué pedir?

Fuimos a desayunar y aquí va el resumen: queremos volver mañana.

Lo primero que nos sorprendió fue la sección “Del Comalito”, que trae opciones que se sienten muy de casa pero reinterpretadas con gusto y respeto. Probamos unos tacos de flor de jamaica y aguacate —ácidos, suaves, con ese crujiente de la tortilla caliente recién hecha— y una quesadilla de flor de calabaza que nos recordó que lo sencillo puede ser sublime cuando los ingredientes están bien elegidos.

Después llegaron la tosta verde, que no vamos a exagerar: es de lo más delicioso que hemos probado últimamente. Aquí, la base es un pan delicioso hecho en casa, con mucho aguacate, y encima van hojas verdes. Todo fresco, balanceado, con textura.

También pedimos los chilaquiles verdes, una combinación perfecta de texturas con los totopos muy crujientes una salsa “que sí pica”, y su ya clásica cebolla-crema-queso que amarra todo el concepto.

Para acompañar, nos pedimos un Chocolate Elena (hecho desde cero con cacao puro y cardamomo) y un smoothie de frutas frescas. También tienen kombucha propia, cold brew, sodas italianas y una barra de café con mucho nivel.

Cocina con historia y sin pretensión

Casa Elena abre desde las 9 de la mañana y tiene distintos menús a lo largo del día, pero su desayuno ya se siente como una razón suficiente para visitarlo. Tiene ese equilibrio raro de lo muy cuidado pero nada pretencioso: platillos que saben a tradición, pero también a propuesta. A mano familiar y a técnica de autor.

Y aunque fuimos por la comida, no se puede dejar de mencionar el espacio: colores tierra, detalles en marrón, granito rosa en la barra. Es un lugar donde quieres quedarte más tiempo del que pensabas. Leer un rato. Tomar otro café. Pedir ese pan que viste en la entrada.

Si vas:

Av. Tamaulipas 149, Hipódromo Condesa
Desayunos y comalito: Mar-Sáb 9 a 13:30 h / Dom 9 a 16 h
Comidas y cenas: Mar-Sáb 14 a 22 h
@restaurante_casaelena

Casa Elena es uno de esos lugares que entienden que la comida también es una forma de dar cariño. Y en tiempos de ruido, prisas y todo inmediato, eso se agradece profundamente. Aquí se cocina lento, se sirve bonito, y se come con calma. Como debe ser.