En la vida de Cristina Mittermeier hay una paradoja hermosa: nació tierra adentro, en Cuernavaca, lejos del mar. Y sin embargo, terminó construyendo una carrera entera mirando hacia él. Y escuchándolo. Porque más que fotografiar el océano, Cristina le presta su voz.

Desde hace tres décadas, su cámara ha sido una extensión de su deseo profundo por cuidar lo que nos sostiene: el agua. Pero también ha sido su forma de estar en el mundo. Lo suyo es un activismo visual que no necesita subtítulos. Imágenes que conmueven, que informan, que nos enfrentan al milagro y a la amenaza de los ecosistemas marinos.

En sus expediciones (más de 45 a la fecha), Cristina ha registrado más de 765 especies y tomado millones de fotografías que habitan entre lo científico y lo poético. Y no solo ha documentado: ha creado comunidad. Con Paul Nicklen, su pareja y cómplice, cofundó SeaLegacy, una organización sin fines de lucro que une a narradores, cineastas y fotógrafos para contar historias que importan. Y que pueden cambiar el rumbo de las cosas.

Del archivo a la acción

Lo que hace especial a Cristina no es solo su mirada, sino su convicción. Una fotografía suya no está pensada para colgarse: está pensada para activarse. Para volverse cartel, argumento, estandarte. “Uno de los mayores logros de mi carrera —dice— es cuando alguien usa una de mis fotos como bandera para defender una causa”.

Por eso también es una de las voces aliadas de Rolex en su Perpetual Planet Initiative, un programa que no se queda en lo simbólico. Aquí, la ciencia, la exploración y el arte se cruzan para proteger el planeta desde muchos frentes: desde expediciones submarinas con tecnología de respiración de vanguardia hasta restauraciones de arrecifes coralinos, pasando por documentales, publicaciones y educación ambiental.

¿Qué es Perpetual Planet Initiative?

Es una iniciativa que busca apoyar a quienes, como Cristina, están transformando el mundo desde su trinchera: científicos, exploradores, activistas, artistas. Es una forma de decir que el futuro no se predice: se construye. Y se construye con evidencia, pero también con esperanza. Con la belleza como aliada.

Cristina, como Rolex Testimonee, no solo representa la excelencia que busca la marca, sino que la encarna con autenticidad. En 2024, publicó Hope, un libro que recoge algunas de sus imágenes más poderosas. Pero más allá del formato, lo que el libro propone es un mensaje urgente: aún estamos a tiempo. Aún podemos voltear a ver el mar no solo como destino, sino como origen.

Donde empieza la esperanza

A través de SeaLegacy y su mentoría a jóvenes activistas, Cristina insiste en algo fundamental: el cambio no empieza en las grandes cumbres, sino en las comunidades costeras, en los pescadores que deciden proteger su entorno, en quienes se atreven a imaginar otras formas de habitar este mundo.

Su presencia en foros como el World Economic Forum o la Conferencia de los Océanos de la ONU es importante. Pero más importante aún es que alguien, en una isla remota o en una ciudad sin mar, vea una de sus imágenes y entienda que lo que pasa bajo el agua también nos pertenece. Que lo que no vemos también se puede cuidar.