Manual para jugar solo: lecciones de los niños que fuimos

Cuando éramos niños, sabíamos cosas que ya no sabemos.
Sabíamos, por ejemplo, cuándo una nube se estaba enamorando.
Sabíamos jugar con nadie, hacer casas con el aire, escribir en idiomas que solo nosotros podíamos leer.
Éramos expertos en lo invisible. En lo absurdo. En lo libre.
No necesitábamos estímulo constante ni pantallas ni explicaciones. Nos bastaba mirar. O cerrar los ojos.

Ahora que todo tiene nombre y uso y horario, vale la pena recordar que alguna vez supimos mirar por la ventana sin aburrirnos.
Y que eso, solo eso, era ya una forma de magia.

En el Día del Niño, no queremos listar actividades ni regalar juguetes, sino hacer un pequeño homenaje a esas habilidades que tuvimos antes de aprender a “ser grandes”. Habilidades para habitar el tiempo de otra forma, para ver lo invisible, para convivir con lo inanimado como si tuviera alma.

Esto no es una nota. Es un pequeño manual para recordar cómo se jugaba a solas, y por qué tal vez nunca deberíamos haber dejado de hacerlo.

Cómo saber si una nube está enamorada de otra

Mírala moverse. Si no tiene rumbo claro y se acerca lentamente a otra, sin tocarla, como quien se hace el distraído pero no puede evitar mirar… probablemente esté enamorada.
También puedes saberlo si cambia de forma frente a ella, como si se pusiera bonita. O si de pronto llueve, porque no se aguantó el llanto.

Cómo escribir un idioma secreto

Primero, elige una letra que te guste mucho. Después cámbiale el sonido.
Luego inventa otras tres letras con forma de bicho o de sombra.
Escribe cosas con ellas, pero no las leas: mejor guárdalas para cuando olvides quién eras.

Cómo construir una casa invisible

Solo necesitas cuatro cosas: una cobija, una silla, un silencio y la certeza de que nadie te está buscando.
La casa no se ve, pero se siente: es un lugar donde todo cabe. Hasta lo que todavía no entiendes.

Cómo hacer que un objeto tenga vida

Tómalo entre las manos. Míralo largo. Piensa en qué soñaría si pudiera dormir.
Si lo sientes tibio, si pesa diferente, si te da por hablarle… ya tiene vida.
(Importante: nunca preguntes si te oye. Solo sigue hablándole.)

Cómo mirar por la ventana sin aburrirse

Elige algo pequeño que se mueva despacio: una hoja, una bolsa, una sombra.
Imagina que va a algún lado y que tú sabes por qué.
Cuando te den ganas de salir corriendo tras ella, cierras los ojos.
Ahí empieza el viaje.

Cómo jugar con nadie

Haz una pregunta al aire. Espera una respuesta que no llegue.
Responde tú, pero con otra voz.
Así se empieza.

Volver a jugar solo es una forma de regresar a lo que fuimos cuando todavía no sabíamos que había una diferencia entre el juego y la vida. Porque, a fin de cuentas, jugar era una manera seria de habitar el mundo. Y puede que, en días como hoy, recordarlo sea también una forma de cuidar al niño que fuimos —y al que aún nos habita.